Tradicionalmente
se ha dividido esta disciplina en dos enfoques:
la
biogeografía ecológica, que estudia los procesos que actúan sobre la
distribución espacial de los organismos a escala local,
y la
biogeografía histórica, cuyo objetivo es explicar la distribución geográfica de
los seres vivos en términos de su historia evolutiva. Esta última se considera
como una disciplina directamente emparentada con la sistemática
La biogeografía histórica es la disciplina evolutiva
que busca reconstruir los patrones o modelos de
distribución de la diversidad biológica e inferir los
procesos o mecanismos implicados, utilizando como base
las relaciones de parentesco entre los organismos y su distribución
geográfica. Aborda cuestiones tan fascinantes
cómo por qué algunas regiones geográficas son más diversas
que otras, cómo y cuándo se originó la diversidad
actual de un continente, o por qué organismos evolutivamente
próximos se encuentran ahora separados por grandes
barreras geográficas como cuencas marinas o cadenas
montañosas. Se trata de una disciplina sintética, que aúna
los conocimientos de campos tan diversos como la sistemática,
la paleontología, la geología y la geografía.
Desde antiguo, los científicos se han sentido intrigados
por el origen de distribuciones disyuntas como la del
grupo austral, que se muestra en, en la cual
los miembros de un mismo taxon habitan localidades aisladas
entre las que no existe continuidad geográfica.
¿Cómo explicar el origen de estas distribuciones disyuntas
que se extienden a través de distintos continentes y
cuencas oceánicas? Tradicionalmente se han propuesto
dos procesos o mecanismos históricos considerados como
opuestos:
1. Dispersión: el antepasado del grupo se originó en un
área ancestral o ‘centro de origen’, desde donde se dispersó
a otras áreas cruzando sucesivas barreras geográ-
ficas (por ejemplo, cuencas marinas en la Fig. 1B).
Cada uno de estos eventos de dispersión puede conducir
a especiación alopátrida, al imposibilitarse el flujo
génico entre la población original y la dispersora por la
presencia de la barrera y el llamado ‘efecto fundador’.
2. Vicarianza: el ancestro del grupo ocupaba un área ancestral
que entonces abarcaba toda su distribución actual,
y que se dividió por la aparición sucesiva de
barreras geográficas (por ejemplo, la división del supercontinente
mesozoico de Gondwana por la formación de
nuevos océanos en la Fig. 1C). Cada uno de estos eventos
de división geográfica fue seguido de especiación
alopátrida de la población ancestral, de forma que cada
descendiente es ahora endémico de un continente.
El resultado final de ambos procesos, dispersión y vicarianza,
es el aislamiento espacial de una población por una
barrera geográfica y la consiguiente diferenciación de un
nuevo taxon por especiación alopátrida. Sin embargo,
mientras que en la explicación dispersionista la barrera es
más antigua que la disyunción geográfica, en la vicariante
la aparición de la barrera geográfica es la causa de la disyunción
y la subsiguiente especiación, por lo que no puede
ser más antigua que ésta.
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